Digitalización: de la amenaza a la oportunidad

“Últimamente estamos tendiendo a no decir dónde trabajamos porque no somos bien vistos”, nos confesaron representantes de Kutxabank. La digitalización ha cambiado radicalmente en los últimos años el sector bancario, así como el de los trabajadores y trabajadoras de Kutxabank. La reducción de plantilla ha sido drástica: prejubilaciones, cierre de oficinas, reducción de horas de atención directa... y con ello un aumento significativo de la carga de trabajo. En la actualidad tienen que trabajar por cinco canales diferentes: presencial, telefónico, a través de la aplicación informática, whatsapp de los clientes y el servicio online de interlocución con los clientes.
La digitalización ha deshumanizado la forma de hacer el trabajo, y está desapareciendo el tiempo en el que se mimaba la relación y cercanía con el cliente. No solo eso: denuncian que también se ha debilitado los trabajos de grupo y equipo. Las condiciones de los trabajadores y trabajadoras del sector han empeorado no sólo por el aumento de la carga de trabajo, sino porque los riesgos psicosociales que conlleva la digitalización les han golpeado de lleno. Nos pusieron sobre la mesa, entre otras cosas, el multitasking, la falta de desconexión digital y el daño que pueden causar las valoraciones que hacen los clientes online.
El 28 de abril de 2023 se celebra el Día Internacional de la Salud Laboral. Ese mismo día organizamos una jornada en el Palacio Kursaal de Donostia-San Sebastián, ‘¿Cómo afecta la digitalización a la salud de los trabajadores?’. En ese acto escuchamos el testimonio de los trabajadores de Kutxabank. Para iniciar la sesión, la catedrática Henar Álvarez Cuesta (Universidad de León) desgranó los riesgos físicos y psicosociales de la digitalización del trabajo. Las experiencias de Kutxabank y de las tiendas de ropa de Gipuzkoa completaron la jornada. El m arco teórico dibujado por Álvarez para hacer ver cómo se puede llevar a la práctica.
En el Kursaal, ante medio millar de militantes, los representantes de Kutxabank nos reconocieron un sentimiento: la soledad que sienten en su trabajo. Se emocionaron, provocaron la emoción y acabaron con toda fuerza su testimonio: dijeron que seguirían trabajando para que la digitalización no tenga consecuencias calamitosas para la salud de los trabajadores y las trabajadoras. Porque, aunque sufran soledad, saben organizarse colectivamente.
Precisamente Tamara Ibáñez Santos, del Centro Textil de Gipuzkoa, nos explicó los frutos que da la organización sindical. Además, trajeron consigo el acuerdo alcanzado en el sector en enero de 2023, centrado en el proceso hasta la consecución del convenio.
Organización, para hacer frente a los riesgos de la digitalización
El relato puso en el centro el uso que el capital hace de la digitalización: en vez de utilizarla para trabajar mejor o para atender mejor a los clientes, ¿para qué la están utilizando? Como ocurre en el sector de la la banca, para deshacer puestos de trabajo. Muchas tiendas han cerrado en los últimos años y las que no lo han hecho, aunque tienen un imagen muy atractiva, las tienen medio vacías. Quieren tiendas online, tienen que sacar adelante el trabajo que genera cada click: compras, devoluciones… Se trata de hacer creer que todo el trabajo lo hacen las máquinas, pero la realidad es que los trabajadores y las trabajadoras de las tiendas nos indican que tienen mayor carga de trabajo
A finales del año 2021 se inició desde el sector la renovación del convenio de Gipuzkoa. Tenían claras sus reivindicaciones: que los convenios se aplicaran también en las empresas de venta online, incrementos salariales ligados al IPC, la prolongación de la jornada y la fijación de las horas complementarias, el descanso los domingos y festivos, el sábado de Semana Santa y el sábado de carnaval como días laborables, que las empresas impidieran unilateralmente la inaplicación del convenio y la ultractividad indefinida. Y, por último, el plus online, precisamente por el aumento de las cargas de trabajo derivadas de la digitalización y orientado a compensar, de alguna manera, la transformación de las funciones del personal.
La patronal no quería ni oír hablar del plus online: les decían que nunca conseguirían introducir ese punto en el acuerdo y que los trabajadores y trabajadoras tendrían que acostumbrarse a las nuevas formas de venta. Fue una negociación dura y tras muchas reuniones, bloqueos y 19 días de huelga, se llegó a un acuerdo que recogía todos los puntos mencionados. Y sí, también consiguieron el plus online que la patronal no quería conceder. No se aprobó bajo esta denominación, pero el convenio recoge que todos los empleados de las principales tiendas cobrarán 100 euros mensuales por realizar ese trabajo.
Henar Álvarez concluyó su charla con las medidas propuestas para hacer frente a los riesgos de la digitalización, subrayando que la solución está en la negociación colectiva: “No hay soluciones mágicas porque el problema de la tecnología afecta a todos los aspectos de la vida y requeriría un cambio muy grande, no sólo en el sistema productivo, sino también en la forma de vivir”.
Claro que el problema es (como siempre) el capitalismo. Evgeny Morozov, experto en el estudio de las implicaciones políticas y sociales de la tecnología, lo resume así:
“La tecnología debe estar conectada a un sistema político y económico muy diferente para lograr la justicia, la solidaridad y la igualdad. Con el capitalismo y su forma más neoliberal, creará miseria, precariedad y desesperación”.
Para organizarnos contra la precariedad, la miseria y la desesperación, tenemos el sindicalismo de contrapoder a nuestro favor. Para organizar sectores ya organizados contra la digitalización. O, por qué no, para aprovechar la digitalización como una oportunidad más que como una amenaza: para organizar en torno a ella zonas hasta ahora menos organizadas.