Rompiendo trinomios fatales: sector feminizado-de cuidados-precario #Landeia229

09/08/2018
Las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio de Bizkaia en pie de guerra en defensa del convenio. El último Landeia recoge un amplio reportaje sobre el tema.

La larga lucha de más de un año protagonizada por las trabajadoras de las Residencias de Bizkaia se ha convertido en un referente para otras mujeres, en este caso, para las trabajadoras de ayuda a domicilio, que llevan ya meses con paros y movilizaciones en defensa de un convenio que rompa con el fatal trinomio sector feminizado, de cuidados y precario. Las trabajadoras del SAD denuncian a una patronal que tiene bloqueada la negociación del convenio y exigen a ayuntamientos y mancomunidades, que tienen subcontratado este servicio, que presionen a las empresas a negociar un convenio digno.

Yolanda Santos, delegada de ELA, explica que las 1.500 trabajadoras de ayuda a domicilio de Bizkaia llevan 5 años con el salario congelado y casi tres años con el anterior convenio –el firmado por CCOO– finiquitado. La patronal se siente cómoda, pero la situación está cambiando en el sector. ELA, LAB y UGT, a pesar de sus diferencias, se han unido con la intención de sacar adelante un convenio que destierre la reforma laboral y responda a las necesidades de las trabajadoras del sector.

“Un punto muy importante, al tratarse de un sector feminizado, es el tema de la conciliación. Queremos poder agrupar jornadas; por ejemplo, cuando tienes una reducción. Ten en cuenta que partimos, de entrada, de una disponibilidad desde las 6 de la mañana a las 10 de la noche. También es muy importante regular que el trabajo sea lo más cercano posible a nuestro lugar de origen. Estamos todo el día, solas, de un lado a otro: intentar que sea lo más racional posible”.

Evidentemente, con la horquilla salarial en la que se mueven, la recuperación del poder adquisitivo es también una reivindicación a tener en cuenta. “Llevamos desde 2014 con el sueldo congelado. Nuestra referencia es una subida de dos puntos por encima del IPC, como mínimo, y mejoras en la antigüedad. Otra materia importante es que cuando se caiga un servicio, que no recaiga al 100% sobre nosotras”, desgrana esta trabajadora, que tampoco se olvida de la temporalidad y de la falta de garantías de subrogación para ciertas categorías.

Yolanda Santos termina de explicar las reivindicaciones principales de las trabajadoras del sector con un no rotundo a la reforma laboral. “Hay que desterrar del convenio la reforma laboral que aceptó CCOO en el anterior convenio: fuera movilidad geográfica, fuera que se pueda despedir a una persona de baja... Fuera la reforma laboral y tenemos que blindar nuestro convenio”.

También incide en los problemas de seguridad y salud laboral que sufre este colectivo. “A las lumbalgias, fatiga laboral, accidentes in itinere o dolencia del túnel carpiano, hay que sumar situaciones muy específicas como el riesgo de contagios, así como otros riesgos laborales más esporádicos pero que están ahí como algún acoso sexual o agresión”.

Y es que la profesión de ayuda a domicilio es una gran desconocida, a pesar de que en los últimos años se ha profesionalizado a marchas agigantadas. “La mayoría de la gente cree que somos limpiadoras: vamos a los hogares, limpiamos y nos vamos. Desconocen la labor asistencial, que trabajamos con mayores dependientes, pero también con menores, mujeres maltratadas, disminuidos físicos y síquicos; que hacemos de educadoras, de hábitos y rutinas. Y todo eso, en menos tiempo, porque se han reducido de manera muy importante las horas. Hay un 30% menos de servicios cuando se ha producido un envejecimiento de la población. Es inasumible”.

Yolanda Santos asegura que las instituciones se han pillado los dedos con la Ley de Dependencia. “La Diputación valora a las personas usuarias, y el ayuntamiento, sobre ese baremo, adjudica horas. Nosotras somos invisibles en todo el proceso, y la realidad es que todo es a la baja, nos dan muy poco tiempo para cubrir las necesidades de las y los usuarios. Se ha avanzado en los medios de que disponemos, cuando el domicilio lo permite, pero las cargas de trabajo no nos hacen posible, en la mayoría de los casos, dar el servicio que desearíamos y que las personas necesitan”.

LA LUCHA ES EL CAMINO

Así las cosas y ante una patronal que está a verlas venir ante la proximidad de las licitaciones del servicio, ELA, junto a LAB y UGT, han dado un paso al frente y se están movilizando por el convenio. En ese sentido, destaca que hoy, más que nunca, solo hay un salida: afiliarse, organizarse y pelear. “Sabemos que es difícil. Las empresas, históricamente, se han aprovechado de la necesidad de la gente del sector, del individualismo, del aislamiento de las trabajadoras, de la poca comunicación entre nosotras, de la relación personal y los lazos afectivos que se crean con los usuarios... Pero si no rompemos esa inercia negativa estamos perdidas”.

A pesar de las dificultades, Yolanda Santos es optimista. Califica de históricos los paros que se están llevando a cabo, cree que hay que presionar a los ayuntamientos y las mancomunidades, responsables últimas del servicio, al tiempo que hace un llamamiento a las familias de las personas usuarias. “Pedimos a las familias que apoyen nuestra pelea, porque no solo están en juego nuestras condiciones laborales sino también la calidad del servicio de cuidados”, explica, al tiempo que acusa de demagogo al alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, por afirmar que ‘el convenio es justo, modélico y un modelo a exportar a otros territorios’. “Las trabajadoras estamos indignadas con estas declaraciones. No nos respetan. Tenemos que mentalizarnos de que solo dando guerra vamos a conseguir un buen convenio”.

Esta delegada sindical termina su exposición destacando la importancia para el futuro del sector de un cambio en la correlación de fuerzas actual. “ELA no es el sindicato mayoritario en el servicio de Ayuda a Domicilio de Bizkaia, y eso se nota. La connivencia de empresas y CCOO ha tenido secuestradas las condiciones laborales de las trabajadoras del sector. Eso tiene que cambiar. Las elecciones sindicales deben marcar un punto de inflexión en el sector”, augura con esperanza.