35 horas, 39 años

07/02/2018
Txiki Muñoz- Secretario general de ELA
No se pueden fijar las horas de trabajo en la administración. Tampoco estabilizar plantillas y establecer el incremento salarial… Tumban la Ley del Fracking. Se impone la Lomce, por mucho que el Gobierno Vasco aparente otra cosa con Heziberri. Si hacemos un balance del autogobierno llegaremos a la misma conclusión que Erkoreka cuando envió el enésimo Informe a Madrid reclamando el cumplimiento estatutario. Dijo que el Estado les convierte en “monaguillos” del Gobierno español.

Erkoreka insistía la pasada semana en el “desprecio de Rajoy al autogobierno; su actitud recentralizadora... Nada ha cambiado a pesar de estar el PP en minoría. Es una situación secular y ya no nos sorprende”. Concluía añadiendo “vamos a dar tiempo al tiempo”.

Nada que ponga en cuestión la “estabilidad” en la aplicación de políticas compartidas en Madrid y Gasteiz entre PNV y PP. Aunque sea, con los vientos que corren en España, a costa de consolidar una política muy reaccionaria en todos los órdenes.

Siendo rigurosos, a la sociedad vasca no se le puede decir que, en materia de autogobierno, las relaciones “bilaterales” con Rajoy dan resultado positivo. No es verdad. Hace muchos años, que el Estatuto dejo de tener potencialidad alguna. De eso se encargó el nacionalismo español a través de LOAPA, las leyes de bases, el Tribunal Constitucional. El Gobierno Vasco ha optado por gestionar lo que Madrid le deja, renunciando en los acuerdos sobre transferencias, a sus posiciones políticas históricas. O, aún peor, acordando con el PP las políticas de ajuste. Por ejemplo, la “regla de gasto” que acordaron con el PP, que impide decidir qué se hace con el aumento de recaudación en la CAPV y Nafarroa. Una “regla de gasto” que pone en cuestión la filosofía del Concierto y del Convenio Económico al impedir decidir cuanto y en qué gastamos.

El Lehendakari, cuando se plantean estas cuestiones, busca responsables fuera. Todo menos concretar qué hará él frente a esta realidad involutiva. Decía un tertuliano de la radio pública -próximo ideológicamente al Gobierno de Urkullu- que“hay que construir y trabajar de forma seria, argumentada y profesional (…) con una estrategia que asuma el sentido de la realidad que debe presidir la toma decisiones en política. Hay que avanzar por la vía reformista, sin ruptura abrupta, paso a paso, peldaño a peldaño, con dosis de paciencia, constancia y sapiencia política”. Serio, profesional, paciente, cauto, discreto, responsable, sabio… Todo eso -se entiende- debe ser patrimonio de Urkullu y su Gobierno.

Todo esto sería menos grave si no fuera porque esta forma de actuar del Gobierno Vasco no evita la inexorable involución. La vía unilateral es muy dura, a la vista de la reacción virulenta del Estado, pero la apelación a la “bilateralidad” entre desiguales no evita la involución. Hoy es el PP, un partido estructuralmente corrupto, quien da lecciones éticas sobre democracia. El PP explica que sus políticas son “patrióticas” porque unifican España. Es verdad. Si el objetivo político del Gobierno Vasco es ser una delegación administrativa que gestiona las decisiones del Gobierno español, su estrategia y la elección de aliados es correcta. Si no lo es… debería ser suficiente la lección de 39 años de involución estatutaria para sacar conclusiones.