Brecha salarial: la lucha sindical feminista que quieren invisibilizar

22/02/2022
Jone Bengoetxea Epelde, área de igualdad de género
22 de febrero, Día Internacional contra la Brecha Salarial. En plena era de negacionismos, hay quien se atreve a afirmar que la brecha salarial no existe. Esto equivale a afirmar que no existe la división sexual del trabajo, o que no existen sectores laborales masculinizados y feminizados con desigual valoración y reconocimiento social y económico. Resulta inquietante, al menos.

Es cierto que existen distintas maneras de medir y analizar la brecha salarial, pero negar su propia existencia es otra cosa. Las cifras hablan por sí solas: según los últimos datos del INE de 2019, la brecha salarial en Hego Euskal Herria es del 25% (24,2% en la CAPV y 28,8% en Navarra).

Vivimos en una sociedad donde los trabajos de hogar y de cuidados, esenciales para la vida, se basan en relaciones laborales de servilismo y explotación atroz, como ocurre con el empleo de hogar. Tenemos un mercado laboral donde la parcialidad es la fórmula mágica empleada mayoritariamente de forma no voluntaria por las mujeres para compaginar empleo y cuidados. Además, complementos salariales como la disponibilidad, la antigüedad, la movilidad geográfica, el esfuerzo físico añadido a la falta de transparencia salarial en general, ocultan ese supuesto bulo que es la brecha salarial para algunos.

Como mínimo, deberíamos ser capaces de poner en tela de juicio la supuesta neutralidad de género a la hora de valorar los trabajos, empleos y sus correspondientes remuneraciones.

Dicho esto, y desde el mundo sindical, ELA quiere seguir desmontando mitos y aportando realidades y experiencias sindicales feministas en torno a la lucha contra la brecha salarial. Porque estas luchas son reales, existen y están vivas. A la vista están sus protagonistas y la vigencia de sus reivindicaciones.

Así, destacamos la lucha que están protagonizando cientos de trabajadoras del sector de la limpieza de edificios y locales que, en comparación con los trabajadores, en su mayoría hombres, de la limpieza viaria, sufren una brecha salarial de 10.000€ en Bizkaia y 8.000€ en Gipuzkoa, respectivamente. Y esto no es un invento. ¿Acaso tiene menos valor limpiar edificios que carreteras? Más bien lo que sucede es que ese servicio se abarata cuando lo hacen las mujeres.

Trabajos de igual valor pero con un salario más que desigual. Todo ello bajo la complicidad y connivencia de las instituciones y administraciones públicas vascas, que subcontratan mayoritariamente este sector laboral, feminizado y completamente precarizado. Es decir, son las propias administraciones las que implantan el precio de un trabajo u otro.

Pero yendo a la verificación y a los casos prácticos, en ELA no queremos dejar de nombrar y, sobre todo, honrar todas estas luchas, que no son pocas, y que, desgraciadamente, tienen un prácticamente nulo seguimiento y proyección mediática. Cabe mencionar la poca visibilidad mediática que reciben las más de 80 trabajadoras de la limpieza despedidas de IMQ, bastión intocable e incuestionable de la honorable villa de Bilbao. Al igual que el museo Guggenheim, donde sus trabajadoras de la limpieza, a punto de alcanzar los 260 días de huelga, están llevando a cabo una lucha contra la brecha salarial a la altura de sus placas de titanio. Mientras que el ayuntamiento de Bilbao se niega a intermediar para solucionar el conflicto, el museo Guggenheim pone en marcha un crowfunding para obtener dinero para la decoración del puppy. Muñecos que importan más que mujeres. Así está el panorama.

Por otro lado, sin desmerecer ninguna lucha sindical y desde una mirada feminista, en ELA a menudo nos preguntamos qué sucedería mediáticamente -y también en cuanto a apoyos sociales y políticos respecta- si estas luchas estuvieran protagonizadas por hombres o pertenecieran a sectores masculinizados. Aquí también se da una brecha con componente de género.

Por último, queremos aprovechar estas líneas para seguir nombrando y recordando las huelgas laborales feministas protagonizadas en este sector como, por ejemplo, la huelga de 280 días protagonizada en 2019 por las trabajadoras de la limpieza de los juzgados y comisarías de Gipuzkoa; los 5 meses de huelga en el ayuntamiento de Elorrio; los 140 días de huelga en Gorliz, o la huelga de limpieza en Bermeo, con 158 días. Igualmente en Ermua o en la lucha de las trabajadoras de la limpieza de la Universidad de Deusto y las trabajadoras de los juzgados de Bizkaia, actualmente en marcha.

Todas ellas, y las que vendrán, merecen su lugar en la memoria y el presente del movimiento obrero feminista actual de nuestro pueblo. Ante la invisibilidad, ¡lucha sindical feminista!