Como una constructora llega a cuidar de nuestras personas dependientes
El SAD no escapa a la lógica que las instituciones vascas utilizan para gestionar todo lo que tiene que ver con los cuidados: un servicio que debiera ser público se gestiona desde manos privadas. Las licitaciones se han convertido en subastas a la baja donde aquella empresa que presenta una mejor propuesta económica se lleva el servicio. La consecuencia de esto es clara: tras más de 60 días de huelga en los últimos años las trabajadoras siguen con el convenio sin renovar (y hace ya 6 años) y todo tipo de empresas que nada tienen que ver con la Ayuda a Domicilio están haciendo su aparición, ávidas de beneficios económicos y donde la capacidad de ofertar un servicio de calidad es lo de menos.
Las residencias y Centros de Días, el SAD y la Intervención Social son la columna vertebral del sistema de cuidados. El diagnóstico es escandaloso: apenas una decena de residencias públicas, unos pocos ayuntamientos pequeños con el SAD municipalizado y una presencia testimonial de los recursos públicos en el entramado de la Intervención Social.
Detrás de esto no hay nada más lejano que el mantra neoliberal de mayor eficacia en la gestión. Instituciones públicas que delegan sus obligaciones con respecto a servicios esenciales, ahorro económico, degradación de la calidad del servicio, condiciones laborales de miseria, redes clientelares y puertas giratorias. Y, en última instancia, privatización del servicio y vuelta de la responsabilidad del cuidado al ámbito familiar. Todo esto se encuentra tras este modelo. Y de paso, beneficio empresarial en un negocio seguro. El Oasis Vasco.
Así es como una multinacional de la construcción termina gestionando el Servicio de Ayuda a Domicilio de Bilbao. Un servicio que se creó desde el cooperativismo y la cercanía a las usuarias por las primeras trabajadoras y que ahora una empresa que difícilmente podrá situar Bilbao en el mapa o decir qué es el SAD ha entrado a gestionar. Sin experiencia en el sector, sin mayor pretensión que engordar unos miles de euros su cuenta de beneficios a costa de las personas usuarias y del dinero público.
ELA reivindicó el pasado 17 de noviembre y 26 de enero que los sectores de los cuidados deben ser públicos, dignos, universales y gratuítos. Sólo de esta manera se puede conseguir el fin último: una calidad del servicio que preserve la dignidad y el bienestar de las personas usuarias. Hace falta más plantilla, mejores condiciones laborales, una responsabilidad directa de las instituciones y más financiación. Las trabajadoras del sector de los cuidados no estamos dispuestas a tragar con este modelo. Por eso, el próximo 4 de marzo volveremos a salir a la calle. ¡Por la publificación de los cuidados!