Se quieren cargar la economía real, y nos lo dicen a la cara
El aumento de los tipos de interés está produciendo consecuencias negativas en la población, encareciendo las hipotecas, ya que el Euribor ha escalado hasta el 3%, una cifra que no veíamos desde diciembre de 2008. Por un lado, la hipoteca media variable ya firmada, deberá pagar 3.000 euros más al año, perjudicando así a las familias y empeorando la situación ya de por sí delicada por la inflación. Por otro lado, las nuevas hipotecas (tanto fijas como variables) también se están encareciendo, y lo harán aún más a medida que el BCE suba el tipo de interés.
¿Por qué suben los bancos centrales el precio del dinero? Siguiendo la explicación monetarista de la inflación (y la que el BCE adopta), la inflación es un fenómeno monetario que ocurre por un exceso de oferta monetaria. Es decir, hay más dinero persiguiendo los mismos bienes y servicios y es por ello que los precios suben. De modo que para reducir los precios es necesario reducir dicha demanda, encareciendo el préstamo y dificultando que el dinero llegue a las familias y a los inversores, para que se reduzcan el consumo y la inversión.
Si la razón de los precios al alza fuera esa, parece que desde la óptica de los bancos centrales existiría una cierta lógica en utilizar este tipo de política. Sin embargo, ¿es cierto que el aumento del precio del dinero se debe a una demanda excesiva? La respuesta es que no. La inflación proviene del lado de la oferta. En concreto, del aumento de costes de la energía, de las perturbaciones en las cadenas globales de suministro y del aumento de los márgenes empresariales, que no solo han trasladado el aumento de costes al precio del producto final, sino que han aumentado sus márgenes para aumentar sus beneficios.
Esto refuta también que el incremento de los salarios provoque una espiral de precios, lo que en economía se llama efectos de segunda ronda. Según esta teoría, muy repetida últimamente, el aumento de salarios provoca que los precios suban, ya que un poder adquisitivo mayor de los trabajadores produce una mayor demanda. Sin embargo, muchos estudios también han refutado esta explicación. Recientemente hasta el propio FMI lo ha hecho. En un informe publicado en noviembre señala que “las espirales de precios y salarios, al menos definidas como una aceleración sostenida de precios y salarios, son difíciles de encontrar en el registro histórico reciente”. Concluyen que “una aceleración de los salarios nominales no debe verse necesariamente como una señal de que se está afianzando una espiral de precios y salarios”.
Por tanto, nos debemos preguntar de nuevo por qué los bancos centrales están adoptando estas decisiones. Michael Roberts, economista marxista estadounidense, señala que “el objetivo real de la subidas de tipos de interés no es detener la espiral de precios y salarios, sino aumentar el desempleo y debilitar el poder de negociación de los trabajadores”. El BCE, de nuevo, actúa en favor de los intereses del capital, dejando de lado su supuesta independencia, y perjudicando, una vez más, a las clases populares.
No hay duda de que subir los tipos de interés también va a tener efectos negativos en el plano macroeconómico, afectando tanto a las principales economías, como al Sur Global. Muchas previsiones para 2023 alertan de nuevas recesiones. Según las últimas previsiones, la Eurozona tan solo crecerá un 0,5%, al igual que EEUU, el Estado español se prevé que crezca un 1,3%. En cambio, Alemania y Reino Unido verán contraída su economía en un 0,3% y un 0,4%, respectivamente. Finalmente, el BCE conseguirá reducir la inflación, pero gracias a provocar la recesión, lo que producirá quiebras, desempleo y mayor empobrecimiento de la clase trabajadora. Y no es una interpretación. En su último comunicado ha mostrado su voluntad de que los tipos de interés más altos depriman la demanda y protejan del riesgo de una inflación futura. Se quieren cargar la economía real, y nos lo dicen a la cara.