IkuSEXzinak? #YoSíTeVeo

22/06/2018
Jone Bengoetxea - Responsable del área de Igualdad de Género
El 28 de junio de 2018, Día Internacional por la lucha LGTBIQ+ y las Libertades Sexuales, desde el sindicato ELA queremos sacar a la luz la sexualidad entre las mujeres y el lesbianismo. De la cama al trabajo, de la calle a las plazas... ¡Las lesbianas estamos en todas partes! Desde el sindicalismo nos unimos así a los cuerpos, deseos y reivindicaciones de las mujeres que están fuera de la heteronorma.

Tradicionalmente, la vida sexual y afectiva de mujeres y hombres se ha limitado al ámbito privado de la vida. Esta cuestión `privada´ ha sido derivada a los márgenes, de manera más escondida y a menudo en un lugar discriminatorio en el caso de la sexualidad de las mujeres y, especialmente, de las lesbianas.

A pesar de que, actualmente, la afectividad entre las mujeres pueda estar presente en las calles, las expresiones sexuales explícitas entre mujeres no son tan comunes y, en muchos casos, íncluso incomodan, al chocar de frente con los límites de la heteronorma. Sacar a la plaza que muchas mujeres somos más que amigas tiene su coste en esta sociedad heteropatriarcal machista. Así, la lesbofobia representa otra cara más de la violencia sexista y patriarcal.

La lesbofobia está muy interiorizada en una sociedad en la que se presupone que todas y todos somos heterosexuales hasta que se demuestre lo contrario. En este régimen, las disidencias sexuales o las expresiones sexo-afectivas que se salgan de la norma -sobre todo las de las mujeres- son castigadas. El padre que dice: “No quiero que mi hija sufra” al enterarse de que su hija es lesbiana; pensar que las relaciones sexuales de verdad son exclusivamente las relaciones falocéntricas; o tener que homologarte con el modelo de familia tradicional para sentirte aceptada... Todos estos ejemplos forman parte de toda esa cultura lesbófoba de la que hablamos.

En el mercado laboral, la lesbofobia no se manifiesta de manera tan directa, pero de manera indirecta forma parte de la vida cotidiana. Como parte del machismo, la lesbofobia forma parte de nuestra sociedad tanto por fuera como por dentro. De esta forma, al circunscribir el lesbianismo al ámbito privado de la vida, ésta cuestión estructural pierde su fuerza e impacto político. Es un `asunto´ privado que, en muchos casos, sigue quedando dentro del armario.

Al ser el ámbito laboral otro espacio de reproducción del heteropatriarcado, la sexualidad de las mujeres lesbianas o los cuerpos de las mujeres que desafían los estereotipos `femeninos´ o `masculinos´ son escondidos en un intento de heteronormativizarlos. En muchos casos se ve la necesidad de dar una imagen de vida supuestamente ideal, la `vida heterosexual´ o la imagen de una mujer `femenina´.

Igualmente, y de forma irónica, el hecho de ser madre o de casarse abre las puertas para poder ser una `lesbiana de fundamento´ en esta sociedad con la heteronorma bien marcada.

El hecho de no poder expresar la propia sexualidad de manera libre, la auto censura o el ocultamiento de la vida privada y sexual en el espacio laboral para poder mantener el puesto o promocionarse supone discriminación. Discriminación directa en algunos casos pero discriminación indirecta y más sutil en la mayoría de los casos de discriminación por orientación o elección sexual. Casos que cuesta mucho probar.

También creemos que existe un acoso laboral por razón de orientación y/o identidad de género disidente no investigado, debido, en parte, a las dificultades para probar y denunciar estos casos, por ejemplo, en los casos de despido.

Por todo ello, es necesario dar pasos cada día entre todas para sacar a la luz la invisibilidad sexual de las mujeres... De la cama al trabajo, desde la plaza a la cocina…

¡Cuerpos y deseos disidentes rompiendo la heteronorma! ¡Somos lesbianas!