La huelga, clave de la democracia sindical

02/04/2019
Pello Igereri, responsable de negociación colectiva
En las últimas entrevistas que ha concedido Txiki como Secretario General de ELA, ha repetido una y otra vez que la principal frustración que le queda al final de su mandato es la relación que hemos tenido con LAB. Diría que esa frustración es colectiva en el seno de ELA, porque tenemos muy clara la potencialidad de la unidad de acción y sufrimos mucho el desencuentro de cada día.

Nuestra última polémica se ha desatado en torno a los comedores escolares, tanto públicos como privatizados. LAB ha dicho que las huelgas convocadas por ELA son antidemocráticas, que hemos perdido el norte y, de paso, ha afirmado en la valoración de ese conflicto que hemos renunciado a la soberanía.

En los comedores escolares privatizados LAB firmó el convenio junto con CC OO y UGT, cuando teníamos huelgas convocadas, se preveía un seguimiento masivo y quedaban por resolver reivindicaciones muy importantes para el colectivo, porque, entre otras cuestiones, en función del cambio de modelo de gestión de los comedores planteado por el Gobierno Vasco, el empleo estaba en peligro. ELA consideraba que en cualquier cambio del modelo de gestión de los comedores escolares era imprescindible garantizar los puestos de trabajo, y, antes de desconvocar las huelgas, la garantía de estabilidad para las trabajadoras era una condición ineludible en la adjudicación del servicio que se publicará en breve. Por eso convocamos en solitario tres días de huelga, aunque los hayamos suspendido ante la renuncia momentánea del Gobierno Vasco a cambiar el modelo de gestión.

En los comedores escolares de gestión pública directa los sindicatos citados cerraron un acuerdo que puso fin a las huelgas, y en ese caso tampoco se había garantizado el empleo, cuando la eventualidad en este ámbito es del 70%. Igual que en los centros privatizados, en los de gestión pública los puestos de trabajo estaban en riesgo por el posible cambio de gestión, y tratamos de acordar movilizaciones con los demás sindicatos. Llegamos a acordar convocatorias de huelga con responsables de educación de LAB, a pesar de discrepar en torno a lo que había ocurrido anteriormente, pero la dirección del sindicato vetó el acuerdo, además de toda colaboración que pudiera haber en el sector. En este ámbito se han llevado a cabo ya dos jornadas de huelga, aunque no vaya a haber a corto plazo un cambio de gestión, porque las tasas de precariedad son inaceptables.

Nadie puede esperar de ELA que, por aceptar la legitimidad de un convenio, renuncie a la movilización durante cuatro años, cuando hay puestos de trabajo en peligro o las condiciones laborales están en juego en un concurso público. Es curiosa esta manera de entender la libertad sindical y la democracia, por el que el sindicato que tiene mayoría en una empresa impida movilizarse a quienes tenemos una representación menor, cuando los trabajadores y trabajadoras están dispuestas a ello. ELA no firma convenios sin el respaldo mayoritario de las personas que trabajan en determinado ámbito, pero no vamos a esperar el permiso de la mayoría para movilizar a la gente. Este tipo de actitud autoritaria es propia de las empresas, no de un sindicato.

Lo ocurrido en los comedores escolares es otro ejemplo del profundo desacuerdo en la manera de entender la negociación colectiva. Tenemos más casos: Mientras que ELA ha convocado 35 días de huelga en las residencias de Gipuzkoa, LAB solo llama a parar cuatro días; esto es, llaman a no hacer huelga durante 31 días en un sector en el que ELA tiene el 60% de representación. La cuestión no es si quien tiene la mayoría puede imponer o no el modelo de movilización a quien esté en minoría, sino si creemos o no en el valor de las huelgas para mejorar las condiciones de trabajo.

Las comparaciones entre ambos conflictos aportan más datos significativos: En las residencias LAB nos acusa de jugar sucio por negociar con la patronal las condiciones para terminar las huelgas. En pocos sitios se dará el caso de que los y las huelguistas negocien las condiciones para concluir un conflicto junto quien no hace huelga. Y en el mismo momento en que nos achacan esto, el Gobierno Vasco ha convocado reuniones para debatir el cambio de modelo en los comedores excluyendo a ELA, pero LAB no ha tenido ningún reparo en acudir. ¡Toma democracia y coherencia!

La clase trabajadora vasca necesita que los sindicatos abertzales colaboremos, pero además de abertzales debemos ser reivindicativos, y acordar el modelo de movilización; para ello deberemos aclarar cuál es el valor de la huelga en un caso y otro. Nuestra convicción es que las huelgas son imprescindibles para mejorar las condiciones de trabajo ante esta patronal insaciable; que los conflictos deben durar hasta hacer cambiar de opinión a las empresas, y que hace falta una caja de resistencia fuerte para poder aguantar las huelgas. En este mercado de trabajo en el que la precariedad se extiende cada vez más la huelga es prueba de que existe una sociedad democrática, y que la gente no haga huelgas para hacer frente a la precariedad por puro miedo es consecuencia del autoritarismo; causa asombro que ese autoritarismo proceda del sindicalismo.

De todas maneras, ELA no está a gusto con una situación en la que LAB está más próxima de UGT y CCOO que de nosotros. La fuerza de un sindicalismo abertzale y reivindicativo coordinado daría otra dimensión a la lucha contra la precariedad. Queremos consolidar los espacios de colaboración y confianza con LAB uno a uno, para construir la colaboración futura tras comprender los actuales desencuentros, y pasar de la presente frustración a la alegría de las luchas transformadoras impulsadas de manera compartida.