Lo público es feminista

07/03/2023
Jone Bengoetxea - Área de Género de ELA
Defender lo público es feminista. No en vano, la experiencia nos dice que la privatización de los servicios públicos deriva en la familiarización de los cuidados; y por ende, en la feminización de los mismos. Dicho de otra forma: cuando un servicio público se privatiza -como ocurre, por ejemplo, en las residencias-, la tarea y el coste de los cuidados recae directamente sobre las familias, más concretamente sobre las mujeres; en muchos casos mujeres migradas y racializadas. Para muestra un botón: según los últimos datos del INE, las mujeres dedican 38 horas cada semana al cuidado de menores y dependientes; los hombres, 23.

Desde una visión sindical feminista, y pecando quizá de una visión sectorial, las mujeres somos testigos en primera línea de los actuales intentos de desmantelamiento de la sanidad pública; del suculento negocio de las residencias privadas, o de la desvalorización e invisibilización de la intervención social en personas y colectivos en mayor situación de riesgo y vulnerabilidad social.

Todas las personas necesitamos ser cuidadas, pero si privatizamos los servicios públicos,¿podemos garantizar que todas las personas serán cuidadas? ¿Quién puede pagar una residencia privada o con plaza concertada si la cuota mensual ha subido entre un 6% y un 10%?

La ecuación beneficio económico-calidad del servicio no da. No es un win-win para todo el mundo. Hablamos de trabajadoras con salarios irrisorios que rondan los mil euros al mes, una jornada anual de 1.792 horas, ratios inadmisibles y muchas bajas causadas por el trabajo. Trabajadoras en huelga que luchan por sus derechos, sí, pero también por el tuyo, el nuestro, a recibir cuidados de calidad.

En Osakidetza, la empresa más grande de la Comunidad Autónoma Vasca, con un 78% de la plantilla compuesta por mujeres (a pesar de que ello no se traduzca en los puestos de dirección), su presupuesto para el ejercicio 2023 es veinte millones de euros inferior al de 2022. Parece que feminización y precarización van de la mano también aquí. La precariedad en el sector se concreta en la escasez de plantilla; falta de sustituciones y de cobertura de vacantes; una tasa de temporalidad que supera el 50%; pérdida de poder adquisitivo superior al 20% en una década, recortes en condiciones laborales... Sin olvidar el aumento en la contratación de seguros privados.

En Navarra, Osasunbidea enfrenta también realidades y reivindicaciones similares. Tanto en Osakidetza como en Osasunbidea hay en marcha dinámicas de movilización y lucha sociosindical. Éstas también es son una lucha feminista.

Tampoco me olvido de las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio (qué paradójico llamarlo ayuda), ni de las trabajadoras de hogar y de cuidados, absolutamente imprescindibles para el sostenimiento de nuestras vidas.

Las primeras trabajan en el mercado laboral formal, en un sistema público-privado de gestión y en pésimas condiciones laborales. Como decía una compañera del SAD de Bilbao, “pierdo dinero trabajando. Con media jornada gano 400 euros al mes. A menudo tengo un servicio de dos horas por la mañana, y hasta la próxima me quedan otras dos horas de margen. Durante ese tiempo me doy una vuelta, tomo algún café por fin, doy dinero a la empresa. Ese tiempo perdido no se paga; me lo ahorraría quedándome en casa". Sin comentarios.

Fuera del mercado laboral ordinario, y con bastantes menos herramientas para su defensa individual y colectiva, se encuentran las trabajadoras de hogar y de cuidados. Las representantes más flagrantes de la explotación y de la precariedad, siempre bajo la crueldad y amenaza de la Ley de Extranjería, más aún en el caso de no disponer de una situación administrativa regularizada.

Aun así, y a las puertas de este 8 de Marzo de 2023, vuelven las dinámicas de movilización y de lucha feminista. Y ahí, el sindicalismo feminista y ELA seguiremos haciendo alianza y camino desde nuestras luchas laborales y feministas del día a día, sobre todo en la defensa de lo público, de lo colectivo y llevando a las calles el conflicto capital-vida.