Mercedes: la flexibilidad como nueva forma de precarización

15/07/2021
Urdax Bañuelos - ELA Industria eta Eraikuntza
La firma de un nuevo ERTE en la fábrica de Mercedes, en Gasteiz, ha vuelto a poner en cuestión la utilización en ciertas ocasiones de los Expedientes de Regulación de Empleo. Se trata de medidas que debieran ser utilizadas en situaciones traumáticas y como último recurso; sin embargo, desde el inicio de la pandemia están siendo usadas con frecuencia y sin justificación por parte de las empresas.

En el caso de Mercedes, la argumentación utilizada para el ERTE es la falta de componentes (los famosos semiconductores/chips) para la producción de los vehículos. Desde ELA no negamos que se trate de un problema real, es cierto que existe una falta de suministro de este tipo de piezas a nivel mundial. No obstante, cuestionamos la forma y la justificación que la dirección esgrime para la aplicación de un ERTE `preventivo o abierto´ (así lo han definido) hasta final del año 2021, con un máximo de afectación de 30 días laborables y sin un calendario definido; así como que este ERTE, aplicado de esta manera, sea la única salida a la actual situación.

Sin entrar a valorar los posicionamientos de ciertos sindicatos que - sin apenas haber tenido tiempo para un mínimo análisis - se apresuraron a estampar su firma en el expediente en la primera reunión negociadora, en ELA hemos realizado una reflexión sosegada sobre el verdadero propósito de la dirección de Mercedes y cuál puede ser el alcance para la plantilla. La conclusión a la que hemos llegado es que la dirección únicamente busca disponer de más flexibilidad, si cabe, para manejar la producción a su conveniencia y por encima de los trabajadores y trabajadoras; esta vez, además, a cargo de las arcas públicas cuando la plantilla comience a pasar a situación de desempleo.

La flexibilidad y la distribución irregular de la jornada es casi ilimitada en Mercedes. Para hacernos una idea: desde el inicio del presente año, la dirección ha aumentado la duración del turno nocturno en dos ocasiones (primero hasta las 7 horas y media, y luego hasta 8 horas), para luego volver a reducirlo; ha activado cerca de diez sábados de producción; ha reducido la actividad y la producción en un turno durante cerca de 3 meses para luego volver a su normalidad y cadencia; ha metido a bolsa negativa el 25 de mayo y, posteriormente, la semana entera desde el 21 al 25 de junio. Todo ello amparado y permitido por un convenio colectivo que ELA no ha firmado. La actual situación nos vuelve a dar la razón: de aquellos polvos vienen estos lodos.

Pues bien, el nuevo ERTE supone una vuelta de tuerca más a esa flexibilidad. No hay duda del objetivo de la empresa al presentarlo sin calendario hasta final de año: disponer de jornadas para hacer y deshacer a su antojo, donde se reserva a la parte social el papel de espectadora. Esta flexibilidad infinita solo transita en una dirección: en la del beneficio empresarial a costa de las trabajadoras y trabajadores.

La plantilla de Mercedes, y por ende las plantillas de todo el parque de proveedores y empresas que trabajan directamente para ella, no saben cuándo van a trabajar; no hay posibilidad de trazar un proyecto de vida; no hay conciliación familiar posible. Por poner varios ejemplos: con solo un aviso de 18 horas, la empresa tiene potestad para suspender jornadas a cargo de bolsa; o con 40 horas de antelación, si es para alterar la duración del turno de noche. La dirección de Mercedes continúa haciéndose un traje productivo a medida y no le importa lo más mínimo la incertidumbre que esta situación provoca en la plantilla.

Un ERTE es una medida grave y traumática, concebida para casos extremos en los que las empresas prevean problemas serios a medio y largo plazo. No puede ser un procedimiento para disponer de más distribución irregular de la jornada. Ya que la flexibilidad laboral se convierte, y Mercedes es un claro ejemplo de ello, en desregulación, precariedad y pérdida de derechos laborales y sociales.