Nos están PISAndo

21/12/2016
Nos están pisando; es la sensación que tengo al oír lo que dicen nacionalistas vascos, nacionalistas españoles, políticos de derecha e izquierda, pensadores y opinadores en torno a las pruebas PISA. En primer lugar hay que tener en cuenta quién ha impulsado y organizado el sistema PISA y, sobre todo, cuál es su meta.

El principal creador e impulsor del invento es la OCDE, organización al servicio de las transnacionales y los poderes económico-financieros; es la entidad global más señera en el sostenimiento de las actuales estructuras y políticas económicas.

La OCDE se propuso, a partir de los años 70, y especialmente desde las década de los 80, poner la educación al servicio de un sistema económico y financiero cada vez más cambiante. Desde entonces, a pesar de que no tenía ninguna misión encomendada ni competencia para ello, la OCDE fue ocupando el lugar que había tenido hasta entonces la UNESCO -organización de las Naciones Unidas para temas educativos- como organización y referencia mundial de la educación. La OCDE, sometida a las presiones de las transnacionales y del Banco Mundial, y con la complicidad de las estructuras locales, como la Comisión Europea, ha seguido siempre la misma lógica: la educación es un instrumento básico para mejorar la productividad de la economía; por tanto, también tiene que amoldarse a las necesidades de la economía actual y ponerse al servicio de su crecimiento.

Además, esto ha ocurrido en plena fase de desmantelamiento del “estado del bienestar” y cuando los presupuestos públicos se están recortando sin cesar con la excusa de las sucesivas crisis.

Fue en este contexto en el que se crearon y desarrollaron las pruebas para medir la “calidad de la educación” (PISA, TIMSS, PIRLS, PIAAC...). “Casualmente”, solo se centran en las áreas útiles para la economía actual: matemática o cálculo, aplicación científica, capacidad de comunicación... mientras que minusvaloran por completo otras áreas que son imprescindibles para el pleno desarrollo de la persona y de la sociedad: pensamiento, historia, creatividad, artes, espíritu crítico, cooperación, educación física...

Hay que tener en cuenta que la OCDE encomienda el desarrollo de las pruebas PISA a la transnacional Pearson1, que pertenece a uno de los fondos de inversión más importantes del mundo, Black Rock2.

Por tanto, PISA no mide el conocimiento o aprendizaje adquirido en el seno de un centro de enseñanza o sistema educativo, sino que evalúa a chicos y chicas de 15 años de países, sistemas educativos y situaciones sociales totalmente diferentes, y más allá de su trayectoria escolar, contexto socioeconómico, familiar o cultural, se centra en su capacidad para resolver ejercicios prácticos en las tres áreas que prioriza.

El objetivo de estas pruebas no es evaluar la actividad de sistemas educativos y centros escolares, sino condicionarlos. De hecho, la fiebre PISA se extiende y, de manera consciente o arrastrados por la ola, autoridades educativas y muchos centros escolares orientan su curriculum y criterios de evaluación a obtener buenos resultados en las áreas centrales de estas pruebas. En consecuencia, se lanzan a una carrera entre sistemas educativos y centros de enseñanza por obtener resultados positivos en estas evaluaciones, arruinando el fin propio de la educación, poniendo ésta al servicio de los mercados y convirtiéndola en un bien de consumo más.

Las reformas educativas realizadas en los últimos años en numerosos países, como la LOMCE o Heziberri, que nos intentan vender como algo nuestro, responden principalmente a estos objetivos3.

Por otra parte, adaptando el curriculum y los criterios y pruebas de evaluación y con un entrenamiento adecuado es posible mejorar los resultados PISA, aun cuando se reduzca la inversión en educación, se amontonen los alumnos y alumnas en las aulas, se clasifique al alumnado o la desigualdad vaya en aumento.

La misión de la educación no es fabricar estudiantes adaptados a las necesidades de la economía, y mucho menos obtener buenos resultados en PISA (objetivo central de la LOMCE y de muchas evaluaciones de diagnóstico). Nuestra meta es contribuir a desarrollar a las personas y la sociedad en su integridad, en todas sus dimensiones (cognitiva, social, emocional y física), no a mejorar la competitividad de la economía.

De esta manera, liberándonos de la servidumbre que impone el sistema PISA y sin admitir imposiciones externas, tenemos que hacer frente a retos de gran envergadura en Hego Euskal Herria.

Así, el Gobierno de Navarra, en función de su riqueza, invierte en educación 1,9 puntos menos que la media europea (343 millones de euros), y el Gobierno Vasco, 1,3 puntos menos (842 millones). En los últimos años nuestros gobiernos han destruido más de 4.000 empleos en la enseñanza; han situado la temporalidad en el sector por encima del 35%; han aumentado en un 10% el alumnado en cada aula; han incrementado muchísimo las cargas de trabajo; han empeorado las condiciones de trabajo, mientras reducían los recursos, y el conocimiento del euskara no está garantizado (y mucho menos su uso).

Está claro que los gobiernos de Iruña y Gasteiz tienen que mejorar la inversión para mejorar nuestro sistema educativo, tomando como base la enseñanza pública. Hay que aproximarse al menos a la media europea. Los recortes deben acabar, y las plantillas y recursos tienen que incrementarse. Hay que dar estabilidad al empleo y a los equipos educativos; reducir el número de alumnos por aula; aligerar las cargas de trabajo; mejorar la infraestructura; destinar más recursos a las necesidades educativas especiales... Nuestro sistema educativo debe garantizar un desarrollo personal y social integral, dar pasos decididos hacia la igualdad y formar un alumnado euskaldun plurilingüe.

Más allá de PISA, tenemos que establecer mecanismos propios para evaluar si estamos desarrollando nuestros centros escolares y estudiantes como personas y sociedad de manera integral y en igualdad en todas las dimensiones (cognitiva, social, emocional, física...). Además de los criterios que debemos fijar cada docente, escolar y familia, cada centro escolar, seguramente la mejora de los indicadores citados antes puede ser el instrumento más adecuado para evaluar nuestro sistema educativo. Tenemos mucho trabajo; no dejemos que nos pisen.

Xabi Irastorza Garmendia

Responsable de enseñanza de ELA

1Pearson, propiedad de BlackRock, es la transnacional educativa más conocida del mundo. Hasta 2015 fue la principal propietaria del Financial Times y The Economist; tras su venta se sumergió de lleno en el negocio de la enseñanza privada, dedicándose en especial a los sistemas de información y tecnología aplicados a la educación.

2BlackRock es el principal accionista del Banco Santander y BBVA, y accionista de referencia del Banco Sabadell, Bankinter, Banco Popular, CaixaBank, Bankia, Telefónica, Repsol, ACS, OHL, Gamesa, IAG o Euskaltel. Es también propietario del software “Aladdin”, que gestiona los principales datos y estudios sobre los modos de vida y de consumo y los movimientos financieros.

3No es casualidad que hayan premiado a Montserrat Gomendio, que fue Secretaria de Estado de Educación con el ministro Wert e impulsó la LOMCE y la reforma universitaria nombrándola directora adjunta de Educación de la OCDE, mientras que el propio Wert ha sido designado embajador ante la OCDE.