Nuestros muertos, vuestra barbarie
Hay quienes dicen que no podemos politizar los muertos o lo ocurrido ante una catástrofe natural, pero debemos recordar que todo es político y que, como dijo Carol Hanisch, lo personal también es político. Por todo ello, lo ocurrido, o mejor dicho sus consecuencias, tienen responsabilidades políticas.
Es cierto, en apenas horas, las precipitaciones igualaban y/o superaban la cuantía recogida durante todo un año. Pero también es cierto que, a pesar de las alarmas y las advertencias de las agencias meteorológicas, la tarde-noche del martes cientos de miles de personas fueron obligadas a presentarse en su puesto de trabajo. Pero oye, no te olvides de que es el empresario el que arriesga, y son los políticos como Manzón los que deciden recortar las unidades de emergencia y destinar ese dinero a la tortura de animales, también conocida como tauromaquia. Total “ese chiringuito”, como el calificó la UME, solo podría haberte salvado la vida.
Hay tres preguntas que me rondan estos días la cabeza : ¿Por qué decidieron cerrar los centros educativos ante la emergencia climática y no los centros de trabajo?, ¿Qué hubiera pasado si no hubieran cerrado los colegios?, ¿Qué hubiera pasado si no hubieran obligado a los empleados a acudir al puesto de trabajo?
El artículo 21.2 Ley de Prevención de Riesgos Laborales señala que no se debe acudir al trabajo si para ello se pone en riesgo grave e inminente tu vida o tu salud. Sin embargo, parece que las y los directores educativos entendieron mejor el conjunto de normas jurídicas que los empresarios.
La pandemia nos enseñó que para algunos vale más la producción que las vidas de las personas, y esta DANA nos ha enseñado que más valen las ganancias de Juan Roig (entre otros) que nuestros muertos/sus asesinatos. Siempre es la clase trabajadora la que pone la cara de estas trágicas cifras, siempre somos nosotras las que somos asesinadas en accidentes laborales.
Porque como bien sabréis, los accidentes in intineri son accidentes laborales, y por ende, todas las personas que se ahogaron en el trabajo o yendo y viniendo del mismo se pueden considerar accidentes laborales.
La verdad es que es desgarrador. Más claro que nunca: capital vs vida.
Antes de acabar, me gustaría mencionar que mientras yo escribo estas palabras, hay Joans, Marías, Davids… buscando seres queridos, pero que también hay Vicentes, Montserrats y Carmenes dispuestos a ayudar. Asimismo, habrá vidas que nunca serán reclamadas, porque vivían en la calle, porque estaban aisladas o porque dentro de este racista sistema no son ni un número más.
Somos la clase trabajadora la que pone los números, la que pierde la casa, las amigas, las vecinas y las mascotas. Somos nosotras las que perdemos el barrio, pero también la que ayudamos a reconstruirlo.
Finalment una abraçada molt forta als països catalans, amunt València.