8 DE MARZO
ELA ha analizado las luchas feministas antirracistas en el mundo del trabajo en un acto celebrado en Altsasu

ELA ha centrado la jornada de formación celebrada en la Casa de Cultura Iortia en la lucha antirracista, porque, tal y como el recoge el lema de la jornada, el antirracismo también es cuestión de clase. Para reflexionar sobre este tema han intervenido diferentes mujeres. En primer lugar, ha intervenido Katía Henríquez Domínguez, que ha sido la persona encargada de presentar el acto. Katia nació en El Salvador y hace 9 años que vive en Euskal Herria. Desde hace seis años trabaja como liberada en ELA, actualmente en la comarca de Ibaizabal-Nerbioi. Katia ha comenzado su intervención recordando que a día de hoy hay 8.000 personas extranjeras afiliadas en ELA. “Por eso, como sindicato abertzale de clase, no podemos mirar hacia otro lado. Ésta es una realidad que se impone y que supera el discurso”.
“El racismo, el patriarcado y el clasismo atraviesan nuestras vidas. Hoy queremos detenernos y poner la lupa en cómo las personas racializadas vivimos esto cada día. Nosotras somos las otras, las de fuera, las ciudadanas de segunda o de tercera. A día de hoy hay varios sectores laborales que concentran mano de obra migrada y racializada. Y son los lugares del mercado laboral que más precariedad y explotación soportan. Por ejemplo, en hostelería, limpieza o cuidados. Esto tampoco es una casualidad”.
Tras la presentación se ha proyectado un vídeo de Pastora Filigrana, abogada laboralista, sindicalista, feminista y activista de los derechos humanos. Pastora ha reconocido que el lema elegido por ELA para esta jornada es troncal en su vida, porque “como abogada laboralista y muy vinculada al Sindicato Andaluz de Trabajadoras y Trabajadores he acompañado, más allá de la lucha sindical, algunos procesos de organización autónoma de trabajadoras y trabajadores principalmente migrantes, tanto en el campo como en el sector de los cuidados. Por lo cual, el trabajo sindical y la defensa en el ámbito laboral es uno de los pilares más importantes de mi vida, tanto profesional, como política y como activista”.
Pastora considera que el ámbito laboral tiene una parte muy importante en cuanto a la discriminación racial. “Yo voy a hablar del ámbito laboral porque es el que nos toca, pero esto también sería extrapolable a otros muchos ámbitos de la vida, como podría ser el acceso a la vivienda. ¿Qué problemas nos encontramos en el ámbito laboral? Primero encontramos que muchas de las vulneraciones de derecho, –salarios, descanso, ascensos, extensión del contrato o el despido, por ejemplo–, viene motivada por cuestiones de discriminación racial. A veces conseguimos en los tribunales que se reconozca la vulneración del derecho, pero no que se reconozca el móvil discriminatorio racista que hay detrás”.
“Pero el racismo en el ámbito laboral –ha añadido–, no solo es esto que estoy contando, no solo son hechos puntuales que puedan pasarle a personas particulares. El racismo se da de manera estructural. El mercado de trabajo está segregado racialmente, y no sólo porque hay sectores primarios como el campo, los mataderos o la recolección de la fruta, que son los ámbitos que más de cerca me han tocado cubrir en el trabajo. Estamos hablando también del sector de los cuidados, del trabajo doméstico o el trabajo de limpieza. Estos sectores, que son esenciales para el sostenimiento de la economía y que aportan mucha riqueza, son a su vez sectores muy precarios en cuanto a las condiciones laborales. Y, por supuesto, son sectores altamente racializados y feminizados”.
Tras el video de Pastora Filigrana Jone Bengoetxea, del Área de Políticas de Igualdad de Género, ha entrevistado a la periodista Silvia Carrizo, feminista, activista por los Derechos Humanos de las mujeres y, en especial, de las mujeres migradas en Euskal Herria. Silvia Carrizo es miembro de Malen Etxea, a la que ha definido como “organización política que busca el cambio social”.
Silvia ha reflexionado sobre los retos organizativos que supone organizar colectivos de mujeres migradas muy precarias. “Cuando me preguntan cómo se hace para organizar estos colectivos siempre respondo que con trabajo cuerpo a cuerpo. En Malen Etxea trabajamos para formar a estas mujeres en cuanto a empoderamiento laboral y autonomía para la gestión de los asuntos propios. En definitiva, creamos condiciones y brindamos herramientas para el desarrollo personal”.
Preguntada por las alianzas en relación a los espacios de mujeres migradas, ha destacado que son imprescindibles y urgente concretarlas. “Para empezar se necesita identificar donde está el nudo de las desigualdades y discriminaciones. En este punto encontramos las primeras dificultades. Nuestra patronal, quienes nos explotan, son las y los trabajadores vascos. Esto, evidentemente, dificulta la unidad de clase, porque está muy claro que autóctona y extranjera NO es la misma clase obrera. Es verdad que con el movimiento feminista tenemos espacios comunes de acuerdo y acción política, como es el tema de cuidados en muchos municipios, pero creemos que falta volver a tener una Agenda Feminista Común. Las Asociaciones de Mujeres Migradas tenemos una agenda común con el tema de las demandas de las Trabajadoras de Hogar y Cuidados en el Estado, pero no termina de integrarse en la agenda local”.
Posteriormete se ha celebrado una mesa redonda dirigida por Mirari Ullibarri, responsable de Acción Social en Araba. En el coloquio han participado Aissatou Badji, afiliada de ELA en UVESA, Hilaria Vianeke, trabajadora social y delegada de ELA, y Silvia del Pilar Rengifo Soregui, trabajadora del textil. Estas tres mujeres han reflexionado sobre las discriminaciones de las mujeres migrantes en el entorno laboral.
Aissatou Badji nació en Senegal, y hace tres años que vive en Tudela. Durante su intervención ha denunciado que muchas mujeres migrantes tienen titulaciones en sus países de origen que luego aquí no les son válidas. “Si quieren homologar sus titulaciones se encuentran con varias dificultades: el precio de la homologación, la cantidad de documentación requerida, el tiempo que se tarda en tramitar… Estos obstáculos acaban haciendo que muchas de esas mujeres terminen trabajando en puestos inferiores a sus capacidades. Por ejemplo, una mujer que es profesora universitaria en su país de origen debe homologar ese título. Como muchas veces se encuentra con las dificultades que hemos mencionado, muchas veces acaba en trabajos relacionado con el cuidado del hogar, niños, personas mayores o trabajos en fábricas. Esto, a su vez, acarrea bajos salarios, condiciones de trabajo no muy favorables y posibles dependencias económicas de terceros”.
Hilaria Vianeke nació en Angola, y lleva más de 20 años viviendo en Bilbao. Hilaria ha reivindicado la labor de las mujeres negras africanas con motivo de este 8 de Marzo. “Los movimientos feministas han recogido e impulsado el trabajo de las feministas blancas occidentales, dándolas a conocer al mundo como las únicas mujeres que a lo largo de la historia han luchado por los derechos de las mujeres. Sin embargo, todavía hay mucho por hacer para que se reconozca la valía de las mujeres negras africanas, mujeres como la premio Nobel keniana Wanghari Mathaai, la presidenta liberiana Ellen Johnson Sirleaf, la economista nigeriana Okonjo-Iweala, la escritora nigeriana Chimamanda Ngozie Adichie, la presidenta namibia Netumbo Nadi Ndaitwah, la presidenta tanzana Saumia Hassan Suluhu, las deportistas como Rebeca Cheptegei, las grandes futbolistas africanas, las artistas Miriam Makeba, Ivonne Chaka-Chaka, Lourdes Van-Dunem… y muchas otras mujeres que sin miedo han roto los techos de cristal en la política, en los deportes, en la cultura y en otras áreas, deberían ser visibilizadas”. Además, ha hecho un alegato contra el último cambio en el reglamento de Ley de Extranjería, que quita todos los derechos a las personas solicitantes de asilo.
Por su parte, Silvia del Pilar ha narrado su experiencia vital. “Tenía una empresa en Perú, que tuvimos que cerrar por la extorsión y la corrupción. Migré a Madrid, y con una oferta engañosa me fui a Basauri, donde tuve que trabajar de costurera como interna. ¿Las condiciones? 11 horas diarias por 20 euros… ¡y teniendo que pagarme la habitación! Solo cuando llegué a ELA pude empezar a salir de esa situación”.
Tras el debate, Olfa Sendesni ha protagonizado una actuación teatral basada en su obra RABI(a)-Amorrua, donde se invita a atravesar fronteras y a abrir la mirada a través de una travesía que tiene como destino final Euskal Herria.
Por último, Leire Gallego, responsable de Políticas de Igualdad de Género, ha realizado una lectura política del acto. “Este 8 de Marzo hemos querido preguntarnos si todas las mujeres somos iguales, si los intereses y necesidades de todas son iguales y si el sindicato representa a todas las mujeres. Desgraciadamente la respuesta es no. Seguramente de una manera inconsciente, pero hoy tenemos que hablar sobre la interseccionalidad de las diferentes luchas”.
“La interseccionalidad, –ha añadido– trata de definir la complejidad del mundo. Limita todo tipo de opresiones y discriminaciones que sufre una persona. Yo soy mujer, y por eso me atraviesan unas opresiones concretas. En cambio, soy blanca, así que también tengo privilegios por ser blanca. Nosotras tenemos que mirar y abordar todas las opresiones y discriminaciones, por eso para ELA es imprescindible entender todas las discriminaciones que viven las personas migradas o racializadas, las violencias, la precariedad, etc. y ser parte de nuestra lucha. Queremos romper la frontera del ‘Nosotras y Ellas’. Más allá de ser un eslogan queremos hacer realidad aquello de ‘¡Todos los derechos para todas!”.