El Banco Central Europeo sigue con su política para salvar la banca, no a los pueblos
¿Va a comprar deuda pública el Banco Central Europeo?
Sí. A partir de ahora el Banco Central Europeo (BCE) va a comprar deuda pública de los gobiernos centrales (no de instituciones como el Gobierno Vasco o el Gobierno de Navarra), o de agencias e instituciones europeas. Pero hay que subrayar algo muy importante: no va a comprar esa deuda directamente a los gobiernos, sino que se la va a comprar a los bancos. Es decir, es una compra de deuda de segunda mano, no va suponer que los gobiernos emitan más deuda.
¿Van a destinar mucho dinero a esta compra?
En realidad no se sabe cuánta deuda pública se va a comprar. El BCE ha dicho que se va a destinar al mes 60.000 millones de euros, pero no solo para comprar deuda pública. Esa cantidad va a incluir también el dinero que se destine a otros programas que ya existen, como la compra a la banca de deuda privada. Por tanto, no se sabe realmente cuánto dinero se va a emplear en este tema y tampoco se ha clarificado a qué precio se va comprar (por ejemplo, ¿se va a pagar por encima del precio actual de mercado?).
¿ Va a a beneficiar esta medida a los gobiernos?
No, va a beneficiar a la banca privada. Los bancos, en un momento en que cada vez es más evidente que hay Estados que no van a poder pagar su deuda pública, se van a deshacer de la misma para traspasarla a los poderes públicos. De este modo, ante la hipótesis de impago, quita o renegociación de la deuda pública, con esta operación van a hacer que la pérdida recaiga sobre el conjunto de la sociedad. Es lo mismo que ocurrió en su día en América Latina.
Los bancos privados han estado haciendo negocio con la deuda pública y ahora, ante el riesgo de impago, viene el sector público a hacerse cargo.
Sí, las políticas de austeridad han tenido un objetivo principal: salvar a la banca. Se han traspasado cientos de miles de millones de deuda privada a deuda pública. En eso los denominados “rescates” han tenido un papel fundamental. En realidad han sido rescates para la banca. Han consistido, de manera resumida, en prestar dinero a los gobiernos (como el español o el de Grecia), dinero gastado en salvar la banca mientras los costes los asume el conjunto de la sociedad pagando intereses y la devolución del crédito. No han sido nunca ningún regalo.
Además, hay que tener en cuenta que esos préstamos han ido acompañados de acuerdos para tomar medidas adicionales de recorte de los derechos sociales y laborales. Han sido préstamos condicionados a aplicar las medidas que nos están llevando a la ruina social.
¿No va a beneficiar en nada a los gobiernos o a la gente?
El único efecto positivo que puede tener esta decisión en los gobiernos es que, a la larga, permita reducir algo los tipos de interés que pagan por la deuda pública, pero eso está por ver.
Pero nos dicen que esto va a ser bueno para la economía
El BCE lleva muchos años aplicando políticas que no han mejorado la situación de la economía: enormes cantidades de crédito muy barato a la banca, aceptación de diferentes tipos de créditos como garantía de otros préstamos otorgados a la banca, etc.
Como consecuencia de esta política los bancos sobreviven y sacan pecho. Pero no ha mejorado la situación económica, caracterizadas en la Unión Europea por un débil crecimiento y un elevado nivel de paro; por un riesgo alto de deflación y un incremento sin parangón de las desigualdades. La nueva medida es un paso más para seguir avanzando en la misma dirección. Va a suponer un alivio para la banca, pero nada más.
También dicen que va a fluir el crédito
Detrás de esa afirmación hay una gran parte de propaganda. Pero el Banco Central Europeo ni siquiera se atreve a decir eso. En su comunicado oficial dice que esta medida es para cumplir su objetivo de inflación.
La decisión de que exista más crédito queda en manos de los bancos en una coyuntura en la que la demanda del mismo seguirá estando muy condicionada por lo deprimida que está la economía real. Nadie pide prestado si la demanda no se recupera y el BCE (que es parte de la Troika, junto al FMI y la Comisión Europea) ha hundido la economía en nombre del mantra de la “estabilidad”. Por todo eso y por los tipos de interés, muchas veces de usura, que establecen los bancos, nadie puede afirmar que vaya a existir más crédito.
En todo caso, una situación normalizada del crédito nunca podrá ser la que vivimos en los años de las diversas burbujas, con un sobreendeudamiento sin ninguna base sólida.
¿Se han generado expectativas equivocadas?
Bueno, nos quieren hacer creer que las cosas pueden cambiar a mejor siguiendo con las mismas políticas que se han venido aplicando. Y esto no es posible. Puede que se dé un cierto nivel de crecimiento económico (es algo, por lo demás, muy cuestionable), pero nuestra apuesta no es el crecimiento, es el reparto de la riqueza, la reducción drástica de la desigualdad. Poner en el centro del debate el cuidado de la vida y del planeta. Y esto exige un cambio radical de las políticas de ajuste.
Para conseguir salir de la crisis de una manera justa es imprescindible abandonar los recortes y dar un giro de 180 grados a las políticas públicas: fuerte aumento del gasto social, cambiar el injusto sistema fiscal, dirigir una transición social y ecológica de la economía.
La política monetaria no nos va a sacar de este lío. Y menos cuando, por ejemplo, ahora se dice que para que el BCE compre a la banca la deuda pública de Grecia, el nuevo Gobierno de Grecia tiene que seguir profundizando en la denominada condicionalidad (es decir, más recortes).
El actual proyecto de la Unión Europea tiene como objetivo realizar una ofensiva del capital contra el trabajo, para aumentar los beneficios empresariales de las grandes empresas. La gestión de la crisis del BCE y de los gobiernos de la Unión se enmarca en esta ofensiva del capital contra el trabajo a nivel mundial. Y una parte de esa gestión consiste en manipular las expectativas, en censurar la crítica social. Esta crisis se está gestionando con un nivel de manipulación que pone en cuestión la esencia de la democracia.
¿Tiene que ver esto con lo ocurrido en Grecia?
Sí. Lo ocurrido en las elecciones de Grecia es de gran importancia para quienes defendemos un cambio radical de las políticas. En Europa, y en Euskal Herria, nos hemos acostumbrado a ver cómo cambian los gobiernos, a la alternancia en el poder. En Grecia el empuje de la movilización del pueblo ha hecho que llegue al gobierno Syriza, con un programa que plantea el cambio de las políticas. Es evidente que no es lo mismo cambiar el gobierno que cambiar las políticas. Nadie discute la dificultad. En la UE se ha construido un entramado, acordado con los gobiernos, para que los cambios en los gobiernos sean indiferentes; es decir, para que se siga aplicando política neoliberal. Van a someter a Grecia a un chantaje inmisericorde porque los ejemplos de rebeldía no se deben contagiar. Grecia debe recorrer un camino para probar que, en Europa, es posible aplicar otras políticas diferentes, y que eso es bueno para la gente.
Llegar a la instituciones es un paso. En cualquier caso, debe preservarse un nivel de interpelación social para que quien llega a las instituciones no relativice su programa. Sin eso, el cambio político y social en Grecia, y en cualquier otro lugar, será imposible.