La receta del BCE para hacer frente a la inflación: recesión económica y aumento del desempleo
La inflación está siendo el principal problema para la mayoría de la población durante los últimos meses. Desde el Gabinete de Estudios llevamos analizando las causas y las consecuencias de la inflación desde que comenzaron a subir los precios en agosto de 2021. En dichos análisis hemos señalado que la subida del IPC ocurre por un shock en la oferta, derivado del alza de precios en los combustibles y la energía, de las perturbaciones en las cadenas de suministro, de los shocks medioambientales, de la guerra de Ucrania, así como del aumento de los márgenes de ciertas empresas de carácter oligopolístico (sector energético y sector bancario, entre otros).
Sin embargo, el BCE, aún reconociendo dichos factores como las causas de la subida de los precios, no ha procedido acorde a la lectura realizada. La propia presidenta del BCE volvía a señalar a finales de agosto a las empresas como culpables del aumento de los precios: “vimos que las empresas no sólo tienen más probabilidades de ajustar los precios, sino también de hacerlo sustancialmente. Ésta es una razón importante por la que en algunos sectores la frecuencia de los cambios de precios casi se ha duplicado en la zona del euro”.
No obstante, el BCE con su política monetaria restrictiva puso el foco en la demanda y por ello comenzó a subir los tipos de interés de forma recurrente. En la última reunión del 14 de septiembre, a pesar de que muchos analistas rechazaban una nueva subida, el organismo volvió a subir en 0,25 puntos los tipos hasta alcanzar los 4,5 puntos. Asimismo, el euribor continúa con su tendencia ascendente y se sitúa ya por encima del 4,2%.
La subida de tipos de interés está contrayendo la economía y es ese mismo el objetivo principal de los bancos centrales: producir una nueva recesión a costa de reducir el consumo y la inversión. Una de las consecuencias de dicho enfriamiento debería ser, entre otras cuestiones, la subida del desempleo, dado que el desempleo se encuentra ahora en niveles mínimos en la eurozona. El desempleo tan bajo es un problema para el sistema, por el hecho de que proporciona mayor fuerza a la clase trabajadora y la correlación de fuerza se torna favorable a la clase asalariada. Es por ello que la misma Lagarde advertía sobre esta situación en la reunión de Jackson Hole en EEUU: “ha puesto a los trabajadores en una posición más fuerte para recuperar las pérdidas salariales reales”. Añadía que “como estamos viendo hoy, cuando los trabajadores tienen un mayor poder de negociación, un aumento de la inflación puede desencadenar un crecimiento salarial para ponerse al día, lo que puede conducir a un proceso inflacionario más persistente”.
Por tanto, una vez más, queda claro cuál es el objetivo real de la subida de los tipos de interés, que no es otra que deteriorar el poder de la clase trabajadora para negociar sus condiciones, con la excusa de que las subidas salariales provocarán efectos de segunda ronda. Una cuestión muy dudosa como muchos análisis han confirmado; uno de ellos el de noviembre del año pasado del FMI, en él se señalaba que “las espirales de precios y salarios, al menos definidas como una aceleración sostenida de precios y salarios, son difíciles de encontrar en el registro histórico reciente”. Concluyen que “una aceleración de los salarios nominales no debe verse necesariamente como una señal de que se está afianzando una espiral de precios y salarios”.
Por tanto, el BCE vuelve a actuar en favor de los intereses que representa, la de las grandes corporaciones; y deja de lado a las mayorías populares. Todo ello se hace tan evidente al ver que no han movido un dedo para limitar las ganancias empresariales (como hemos apuntado, una de las razones del alza de precios); pero, sí que están dispuestos a cargarse la economía con tal de que la clase trabajadora no gane cotas de poder de negociación.