La brecha de género y las pensiones de jubilación

Esta situación no surge en el momento de la jubilación, es la consecuencia de las desventajas laborales, sociales y económicas que sufren las mujeres a lo largo de su vida. En datos generales, en el Estado español la mujer se jubila diez meses mas tarde que los hombres y con un 30% menos de cuantía en la pensión. En la CAPV aunque la la situación es algo mejor, en las mujeres la pensión media es de 1.337 euros mientras que la de los hombres es de 1.895 euros, la diferencia todavía es muy significativa.
La razón de todo esto es evidente, las mujeres cuentan con carreras profesionales más cortas y más precarias, lo que incide en el acceso y en la cuantía de la pensión. Esto es, en muchos casos, alargan la vida laboral por necesidad, ello conlleva el retraso en la edad de jubilación y aún así para percibir jubilaciones inferiores a las de los hombres.
En lo que respecta al tipo de jubilación, aunque el porcentaje de personas perceptoras de jubilación sea similar, las mujeres tienen menor acceso a la pensión de jubilación y dependen más de las de viudedad o no contributivas o asistenciales, por lo que su dependencia a las ayudas públicas es mayor.
Por último es importante destacar que la desigualdad de género en la jubilación no se limita exclusivamente a los ingresos. Las mujeres tienen mayor dificultad en el acceso a las situaciones de cuidado ante situaciones de dependencia. Viven más años que los hombres (la esperanza de vida es de 86,6 años frente a los 81,2 años de los hombres) pero en peores condiciones de salud y cuidado por contar con menos recursos para afrontarlos.
En definitiva es evidente que hacer frente a la precariedad laboral es clave para revertir esta situación, pero es igual de necesario que el sistema público de pensiones tenga un enfoque de género, las últimas reformas no han provocado en este sentido ningún avance. La mejora de la prestaciones sociales, de la pensión mínima de jubilación y su complemento (como pretendía la ILP promovida por el movimiento de pensionistas de Euskal Herria), el reparto equitativo de las labores de cuidado, la mejora de la atención a la dependencia, son esenciales para terminar con la brecha de género en las pensiones de jubilación.