¿Qué ha pasado en la Cumbre del Clima COP30?
En Brasil se acaba de celebrar la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, la COP30. En este marco de negociación internacional en el que se dan cita la mayoría de los países del mundo, el objetivo ha sido, una vez más, tomar medidas para frenar el cambio climático en los próximos años.
Antes de comenzar la cumbre, las Naciones Unidas publicaron datos de emisiones de efecto invernadero a nivel mundial, poniendo de relieve la gravedad de la situación: en 2024 se emitieron en el mundo 57,7 GtCO2eq (gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente). Un 2,3% más que los 56,3 GtCO2eq que se emitieron en 2023. El promedio anual de emisiones en la década pasada fue de 53,3 GtCO2eq. Las emisiones aumentan constantemente. En 2024, el 73% de las emisiones los generó la combustión de combustibles fósiles y la generación de energía supuso el 27% de las emisiones.
Los países del G20 son los que más emisiones han generado, 35 GtCO2eq. Muchos todavía no han actualizado sus compromisos de emisión y la ONU ha adelantado que no se cumplirán los objetivos de reducción de emisiones para 2030, lo que significa que el calentamiento del planeta superará los 1,5°C.
Pero aún siendo la situación tan grave, en la COP30 no ha habido sorpresas. Los principales objetivos de la COP30 eran asumir compromisos para dejar de lado de los combustibles fósiles y promover una transición que no deje a nadie atrás. Pero han fracasado un año más.
Varios de los movimientos sociales que han acudido a la cita han denunciado que la cumbre celebrada en Belem ha sido la más opaca de la historia. La presidencia brasileña no ha hecho públicos los textos que se estaban negociando, cosa que siempre se hace. Ha querido dejar fuera de las negociaciones el debate público y ha sido incapaz de tomar una decisión final justa que garantice un avance en la justicia climática, presentando un texto único que no podía ser modificado. Colombia y Panamá han vetado el texto final por falta de alusiones a los combustibles fósiles y por la falta de coherencia en las medidas de adaptación, pero la presidencia brasileña no los ha tenido en cuenta y ha dado el texto por aprobado. Las presiones de los países árabes, Rusia y otros países con los mismos intereses pueden dejar fuera los combustibles fósiles, pero las quejas de los países latinoamericanos no han sido tenidas en cuenta.
El objetivo de este año era establecer una financiación adecuada y unas hojas de ruta para acabar con los combustibles fósiles y la deforestación que pondrían en el centro a las personas y los ecosistemas. Esto no se ha conseguido, ya que el texto acordado en la COP30 ha sido muy malo. Ni siquiera menciona los combustibles fósiles. Y en cuanto a la financiación aparecen los mismos compromisos que el año anterior. No hay avances.
El único avance que se ha producido ha sido la aprobación de un nuevo mecanismo de transición justa presentado por la sociedad civil, incluidos los sindicatos, denominado BAM (Belém Action Mechanism). No obstante, la puesta en marcha de este mecanismo se retrasará al menos dos años debido al bloqueo de la Unión Europea a la adopción de este mecanismo. Este BAM se refiere únicamente a acuerdos anteriores, su capacidad para adoptar medidas justas y equilibradas en la financiación Norte-Sur y en las reducciones de emisiones está limitada y habrá que concretarlo más en los próximos años.
Algunos preveían avances en esta cumbre, medidas necesarias para mantener la temperatura del planeta a 1,5°C y cerrar la brecha existente entre los compromisos adoptados hasta ahora y los compromisos necesarios para lograr ese objetivo, pero esta vez tampoco ha sido así. Gobiernos de todo el mundo han puesto por delante sus propios intereses poniendo en peligro las vidas de todas las personas.