En los últimos cinco años los ayuntamientos han destruido empleo en el sector de Ayuda a Domicilio

27/02/2019
La destrucción de empleo en el sector de Ayuda a Domicilio ha sido una constante en los tres territorios de la CAPV en los últimos cinco años, especialmente en Araba, donde la plantilla se ha reducido a la mitad. En Gipuzkoa y Bizkaia la pérdida de empleo se ha situado en torno al 30%. Como consecuencia de ello, el servicio de cuidados dirigido a aquellas personas que por su nivel de dependencia, discapacidad y falta de autonomía no pueden desenvolverse de manera autónoma en las actividades básicas de la vida diaria se ha deteriorado considerablemente.

Se trata de un servicio de competencia municipal que los ayuntamientos regulan en Bizkaia y Gipuzkoa a través de reglamentos propios, mientras que en Araba es municipal y Foral. No obstante, y a pesar de que estemos hablando de un servicio público, las instituciones han optado por privatizar el servicio y ponerlo en manos de empresas privadas que van obteniendo sus beneficios a costa de precarizar las condiciones laborales de las mujeres y deteriorar la calidad del propio servicio.

Resulta paradójico que mientras las necesidades sociales van creciendo a marchas forzadas, las horas de servicio de la ayuda a domicilio pública u ofrecida por las instituciones no siempre se vean reflejadas. Aunque en algunos municipios de Gipuzkoa parece que existe una tendencia en aumento de las horas del servicio en estos últimos años, no podemos obviar la tremenda destrucción que se ha generado en años anteriores. En Bizkaia se han reducido el 30% de las horas en los últimos 5 años con toda la destrucción de empleo que conlleva y el subsiguiente empeoramiento del servicio y en Araba desde el año 2011 hasta el 2016 la reducción de la plantilla ha llegado a ser de la mitad de 1.200 a 600 trabajadoras. No solamente se trata de llegar a la mayor población necesitada posible, sino que a su vez estos usuarios dispongan de todas las horas que necesitan para desempeñar sus funciones básicas y tener una vida digna.

El personal que trabaja en este sector es totalmente invisible para la mayoría de la población y tiene cara de mujer. Mujer que se emplea a fondo para mejorar la calidad de vida diaria del usuario/a que cuida, acompaña, asea, limpia su hogar, cocina, etc. y hace lo imposible sin medios a su alcance para mantener la dignidad del usuario/a. Por si fuera poco, muchas veces tienen que ofrecer apoyo psicológico a la persona usuaria puesto que son la única visita que éstas reciben al día.

No obstante, estas mujeres, van corriendo de casa en casa, tienen enorme disponibilidad horaria, trabajan solas con el usuario/a y, dependiendo del perfil de éste, tienen que levantar enormes cargas sin ninguna ayuda técnica que facilite esta labor. En consecuencia, muchas trabajadoras sufren problemas de salud que se ven agravados en la medida que la edad de la trabajadora avanza y los años trabajados van sumando. La consecuencia es que muy pocas de las trabajadoras llegan a jubilarse directamente, sino que la mayoría tienen que cogerse la baja al ser incapaces de manipular ese tipo de cargas y alargarla hasta llegar a la edad de jubilación, con la consiguiente reducción en la pensión de jubilación y empobrecimiento que esto supone.

Las condiciones laborales de las trabajadoras del servicio de ayuda domicilio se distinguen por precarias: disponibilidad absoluta en horarios, contratos parciales, que dependen del número de usuarios y de la duración de la vida de estos, nula ayuda técnica para ayudar a elevar o mover al usuario, expuestas a riesgos biológicos, solas e indefensas ante agresiones y abusos de todo tipo, enfermedades profesionales no reconocidas con salarios miserables que poco reconocen todas estas adversidades.

Otra vez nos encontramos, con un sistema de cuidados establecido y decidido por políticos y patronales, basado en la discriminación y precarización de la mujer, y fuente de negocio para las empresas que la gestionan. Este sector es un sector feminizado y por el mero hecho de ser mujer, la brecha salarial existente se extiende entre el 30%-50%. Lo que supone una diferencia salarial entre 6000€ y 10000€ anuales respecto a un sector masculino contratado bajo las mismas características.

Ante semejante gravedad, ELA exige a las Instituciones de Hego Euskal Herria que:

- Asuman la responsabilidad que les corresponde con este servicio.

- Apuesten por un servicio de ayuda a domicilio de calidad y de suficiente cobertura para toda la ciudadanía que lo requiera.

- Se traduzca en generar más empleo de calidad con condiciones laborales acordes a esta realidad.

- Se pongan medios técnicos y protocolos de actuación ante los riesgos y las agresiones que se suceden.

- Por justicia y por respeto hagan frente a todas las brechas que condicionan el presente y futuro de las mujeres.